El silencio de los héroes caídos

«[…] Duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya;
luego están las decepciones,
cuando el cierzo no parece perdonar.
Sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad;
sufrir alucinaciones,
cuando el cielo no parece escuchar […]».

Leo lo que escribí hace un tiempo en una novela que aún continua por terminar de ser escrita. Hay una frase sobre ellos, una frase pequeña pero profunda, un hierático homenaje que casi ni se nota. La frase tiene gracia, pero más gracia tiene el lugar al que me ha trasladado: Un autobús lleno de quinceañeros escolares que regresaba de una excursión a algún lugar desmemoriado. En un momento determinado comienzan a sonar los primeros acordes de guitarra de Entre dos tierras, y uno de esos compañeros de clase que sabía de todo y no entendía de nada, levantó la mano y dijo: «Callaos, que está sonando la mejor canción de todos los tiempos». Yo, sin levantar la vista de un libro que estaba ojeando, puntualicé: «Entre dos tierras ni siquiera es su mejor canción. La mejor canción de Héroes del Silencio, con una diferencia enorme respecto de la siguiente, es Sirena Varada. Pero claro, hay que entender lo que están diciendo, y no todo el mundo puede…». Se escuchó entonces un silencio tremendo, uno de esos silencios ensordecedores que todos hemos oído alguna vez, el silencio de los héroes caídos…

*P.D: Aquel chico no me habló en mucho tiempo; a mí, me importó un absoluto bledo que no me hablara.


CANCIÓN: Sirena Varada

GRUPO: Héroes del Silencio

DISCO: El espíritu del vino. 1993.

Y me he enredado siempre
entre algas,
maraña contra los dedos.
Cierras la madeja
con el fastidio del destino…
y el mordisco lo dan otros,
encías ensangrentadas,
miradas de criminales,
a grandes rasgos…
podrías ser tú.

Echar el ancla a babor,
y de un extremo la argolla,
y del otro tu corazón
mientras tanto, te sangra.
Y el mendigo siempre a tu lado,
tu compañero de viaje,
cuando las estrellas se apaguen,
tarde o temprano,
también vendrás tú.

Duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya;
luego están las decepciones,
cuando el cierzo no parece perdonar.
Sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad;
sufrir alucinaciones
cuando el cielo no parece escuchar.

Dedicarte un sueño,
cerrar los ojos
y sentir oscuridad inmensa.
Entregado a una luz,
como un laberinto de incertidumbre,
esquivas la pesadilla,
y sobrevolar el cansancio,
y en un instante,
en tierra otra vez.

El miedo a traspasar la frontera
de los nombres,
como un extraño.
Dibuja la espiral de la derrota,
y oscurece tantos halagos;
sol, en la memoria que se va…

Y duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya;
luego están las decepciones,
cuando el cierzo no parece perdonar.
Sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad;
sufrir alucinaciones
cuando el cielo no parece escuchar.

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